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Conoce estos santos que vivieron milagros eucarísticos
Milagros eucarísticos que hicieron que el amor por la Eucaristía se incrementara y se encendiera más en estos santos

28/07/2022

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San Francisco de Asís

En una ocasión, a la Porciúncula “trajeron como regalo al hombre de Dios (San Francisco), una oveja.

Él la aceptó con gratitud porque amaba la inocencia y sencillez que de modo natural este animal demuestra. El hombre de Dios exhortaba a la ovejita a alabar a Dios y a no fastidiar nada a los frailes.

La oveja, como si sintiera la piedad del hombre de Dios, ponía en práctica con gran cuidado sus enseñanzas. Cuando escuchaba que los frailes cantaban en el coro, también entraba en la iglesia y sin necesidad del maestro, plegaba las rodillas emitiendo tiernos balidos delante del altar de la Virgen, Madre del Cordero, como si estuviera impaciente por saludarla.

Durante la celebración de la Misa, en el momento de la elevación, cual animal muy devoto, se curvaba con las rodillas plegadas, casi como si quisiese amonestar a los hombres poco devotos por su irreverencia y para animar a los devotos a la reverencia hacia el Sacramento”.

San Antonio de Padua

 Una vez, encontrándose en Rimini, el santo trató de convertir a un hereje. Discutían sobre la real presencia de Jesús en la Eucaristía.

El hereje, llamado Bonvillo, lanza el desafío al fraile afirmando: si tú, Antonio, lograras probar con un milagro que en la Comunión de los creyentes está, velado, el verdadero cuerpo de Cristo, yo renunciaré a cada herejía y abrazaré sin demora la fe católica.

Antonio acepta el desafío convencido de conseguirlo todo de Dios, por la conversión del hereje.

Entonces Bonfillo, dice: «Yo tendré encerrada mi mula por tres días privándola de comida. A los tres días, la sacaré ante la presencia del pueblo y le dejaré el heno listo para que coma. Tú mientras tanto estarás por el otro lado con aquello que afirmas ser el cuerpo de Cristo. Si el animal incluso hambriento rechaza el alimento y adora a tu Dios yo creeré sinceramente en la fe de la Iglesia».

Antonio rezó y ayunó todos los tres días. El día establecido, la plaza estaba repleta de gente, todos a la espera de ver quién ganaba la disputa.

Antonio celebró la misa delante de la muchedumbre y luego con suma reverencia acercó el cuerpo de Cristo ante la mula hambrienta y al mismo tiempo Bonfillo le enseñó el heno.

Entonces san Antonio ordenó al animal: «En virtud y en nombre del Creador, que yo, por indigno que sea, tengo de verdad entre mis manos, te digo, oh animal, y te ordeno que te acerques rápidamente con humildad y le presentes la debida veneración, para que los malvados herejes comprendan de este gesto claramente que todas las criaturas están sujetas a su Creador, tenido entre las manos por la dignidad sacerdotal en el altar«.

El santo ni siquiera había acabado estas palabras cuando el animal, dejando a un lado el heno, inclinándose y bajando la cabeza, se acercó arrodillándose delante de la Eucaristía.

Una gran alegría contagió a los fieles y el hereje renegó de su doctrina en presencia de toda la gente y se convirtió a la fe católica.

Santa Clara de Asís

Este Milagro Eucarístico se menciona en la “Leyenda de Santa Clara la Virgen”, escrita por Tommaso da Celano y describe el Milagro realizado por Santa Clara de Asís un viernes de septiembre del año 1240.

“…los feroces sarracenos irrumpieron en las cercanías de San Damián, dentro de los límites del monasterio, incluso dentro del mismo claustro de las vírgenes (clarisas). Los corazones de las mujeres se pierden en el terror, las voces tiemblan de miedo y llevan sus lágrimas a la Madre (Santa Clara). Ella, con corazón intrépido, manda que la conduzcan, enferma como está, hasta la puerta y que la coloquen frente a los enemigos, precedida por la caja de plata y marfil, en la que se custodiaba con gran devoción el Cuerpo del Santo de los santos.

Y toda postrada en oración al Señor, entre lágrimas le dijo a su Cristo: “He aquí, oh mi Señor, ¿quizás quieres entregar en manos de los paganos a tus siervos desarmados, a quienes he levantado por tu amor? Protege, por favor, Señor, a estos siervos tuyos, a quienes yo ahora, solo, no puedo salvar”. Inmediatamente una voz, como de niño, resonó en sus oídos desde el Sagrario: ‘¡Yo las protegeré siempre!’…enseguida la audacia de éstos fue tomada por el espanto; y abandonando a toda prisa aquellos muros que habían trepado, fueron vencidos por la fuerza de la que oraba.”

San Bernardo de Claraval

En un momento de su vida san Bernardo fue a Aquitania para reconciliar con la Iglesia a un duque de esta provincia. El duque rehusó esta reconciliación, y mientras el santo celebraba la misa el duque lo esperaba en la puerta de la iglesia.

Después de la consagración, Bernardo se dirigió dónde estaba el duque con la Hostia en la patena y dijo al duque:

“Te rogamos y tú nos despreciaste: He aquí que ahora ha venido hacia ti el Hijo de la Virgen, el Señor de la Iglesia que tú persigues; he aquí, delante tuyo aquel juez en cuyas manos un día estará tu alma. ¿Osarás acaso rechazarlo como has rechazado al siervo? Resístele, si puedes”. De pronto, el Duque sintió que sus piernas se doblaban para postrarse a los pies de Bernardo, quien le ordenó alzarse para escuchar la sentencia de Dios. El Duque se alzó tembloroso y siguió todo aquello que Bernardo le ordenaba”.

<a href="https://inquisitivo.net/autor/redaccion-inquisitivo/" target="_self">Redacción Inquisitivo</a>

Redacción Inquisitivo

La notas firmadas como “Redacción Inquisitivo” son producidas por miembros de nuestra redacción bajo la supervisión del editor de la sección en las que son publicadas buscando conservar la línea editorial que nos caracteriza.

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