El primero de Diciembre de 1948 un fuerte martillazo del entonces Presidente de facto de Costa Rica, José Figueres Ferrer, destrozó parte del muro defensivo del Cuartel Bellavista ubicado en la capital de San José. El acto simbólico, puso fin al ejército Costarricense y se creó un mito fundacional para las siguientes generaciones: Costa Rica es un país pacífico, en lugar de invertir en armas, se invierte en educación. Los niños Costarricenses crecen en un país sin guerra y más tarde, aprenden en Colegio que esta armonía social se debe a que Don José Figueres Ferrer puso fin a la institución militar.  

Para quienes no están familiarizados con el tema, quizás se hayan preguntado ¿Por qué “Presidente de facto de Costa Rica”? Pues resulta que el país venía saliendo de una corta pero sangrienta guerra civil. En ella Figueres actuó como General del ejército revolucionario y después de cuarenta días de batallas y escaramuzas, el Gobierno Costarricense optó por rendirse. Entonces el victorioso General Figueres presidió la Junta Fundadora de la Segunda República. ¿Por qué fue tan corta la Guerra? Existen varios factores que contribuyeron a este resultado, pero lo cierto es que Costa Rica nunca ha sido un país determinado a tener conflictos bélicos extensos y de esto es testigo la historia.

Previo a la revolución de 1948 Costa Rica sufrió varios conflictos internos como rebeliones y golpes de estado, podemos citar brevemente ejemplos como la Revolución de Tomás Guardia (1870), la Revolución del Sapoá (1919) y el Bellavistazo (1932), pero ninguno de estos eventos produjo un baño de sangre prolongado que costara la vida de miles. La única guerra sangrienta que supero los 6 meses fue la Guerra contra los Filibusteros (1856-1857) conflicto en el que las recién independizadas naciones Centroamericanas(Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica) lucharon contra el expansionismo Estadounidense. En dicha guerra, la batalla más conmemorada viene siendo la Batalla de Rivas (11 de Abril de 1856), solo en ella murieron al rededor de 500 Costarricenses, pero lo peor vendría después, con el auge de una epidemia que acabó con 10,000 Costarricenses y esto consistía en el 10% de la población de aquella época. Así fueron los sucesos de 1856-1857, pero dejemos claro que una guerra a esa escala no se volvió a vivir en Costa Rica.

Para aquel entonces la República Federal Centroamericana, proyecto que pretendía formar una Federación con las cinco naciones ya había fracasado. Desde años atrás Costa Rica se había desentendido de lo que fue lamentablemente, un desastre político. Los Ticos no estaban interesados en formar parte de las guerras Centroamericanas, las cuales se habían desatado con la llegada de la Independencia de España.

El 15 de septiembre de 1821, es la fecha que marca el fin del Gobierno Español en Centroamérica. En la actualidad muchos han de celebrar esta fecha, sin embargo, este proceso produjo un vacío de poder y en ello se perdió la Pax Hispanica. Costa Rica no fue la excepción, pues en consecuencia de la independencia se llevó acabo la primera guerra fratricida conocida como la Guerra de Ochomogo. En ella se batieron los imperialistas o conservadores que buscaban anexarse al Imperio Mexicano de Iturbide contra los Liberales o Republicanos, que deseaban no pertenecer a dicho imperio. 

El sitio de la batalla, Ochomogo, es una zona montañosa y se encuentra entre la Ciudad de Cartago(Imperialista) y la de San José(Republicana). Cuando las vanguardias de ambos ejércitos se toparon en Ochomogo, estos titubearon y no corrieron a luchar o a disparar. ¿Por qué lo harían? ¿Por qué matarían a sus vecinos y primos? Resulta que los habitantes de la región central Costarricense, entre ellos los Josefinos y Cartagineses, llevaban muchísimos años sin presenciar una batalla. 

Durante el Periodo Virreinal, Costa Rica al igual que el resto de Centroamérica fue asechada por piratas, Mizkitos e Ingleses,  sin embargo en el caso de Costa Rica esta amenaza se vivió principalmente en zonas costeras, muy pocas veces en la Región Central. Un ejemplo que podríamos citar fue la invasión de Eduard Mansvelt en el año de 1666. En esa ocasión los piratas saquearon puertos y fincas en la costa caribeña Costarricense e hicieron un intento de avanzar a la Región Central. Los piratas fueron enfrentados en el pueblo de Turrialba a unos 44 kilómetros de Cartago y tras una breve refriega, huyeron. Después de este suceso, los piratas y Mizkitos continuaron asaltando las costas y barcos Costarricenses, pero nunca hubo una gran batalla o saqueo en la Región Central. Tampoco hubo una gran rebelión indígena que pusiera en peligro a los habitantes de la Región Central. La breve rebelión del Cacique Palbu Presbere en 1709, fue un evento que se desarrolló en la Cordillera de Talamanca, de nuevo, lejos de la Región Central.

En fin, durante décadas, los habitantes de la Región Central, no conocieron una violencia masiva y tampoco se mostraron interesados en rebelarse contra España. Esto quedo muy claro en 1811, cuando varios pueblos Hispanoamericanos se levantaron contra la corona pero en cambio los ciudadanos de Cartago se declararon leales al Rey Fernando VII. Así pues llegamos al Abril 1823, cuando la discordia producida por la Independencia motivó a los republicanos Costarricenses a tomar las armas y luchar contra los Imperialistas en el cerro de Ochomogo.

Como mencione anteriormente, las tropas Imperialistas y Republicanas dudaron al enfrentarse. Fue hasta que llegaron los oficiales mayores de cada bando que se ordenó el avance, el encuentro fue breve y las tropas retrocedieron. Fue entonces cuando comenzó a rugir la artillería de ambos ejércitos. La superioridad de los cañones del bando Republicano obligó a que los Imperialistas de Cartago optaran por rendirse. Un solo día de batalla con 20 muertos y 42 heridos fue suficiente para que los Costarricenses de aquella época decidieran volver a la mesa de negociación.

La primera guerra fratricida de Costa Rica había finalizado, pero lejos estaba de ser la última. Por más de cien años la Costa Rica post independencia y los habitantes valle central experimentaron tomas de cuarteles, asedios de cuarteles y levantamientos violentos. Es mi hipótesis, que la Herencia Virreinal contribuyo a que esos cuartelazos, levantamientos y golpes estado encontraran una resolución rápida. Un espíritu armonioso se formó durante el periodo Virreinal y logró trascender la independencia y sobrevivir al turbulento Siglo XIX.

Así pues llegamos al primero de diciembre de 1948, fecha en la que Don José Figueres abolió el ejército. Dicha abolición sencillamente fue posible porque el Espíritu Armonioso Costarricense sobrevivió todos esos años. Tal decisión no se podría llevar acabo en muchos países porque sencillamente no vivimos en ese mundo de rosas. Ahora bien hemos de aclarar que ese Espíritu Armonioso, ha buscado la resolución breve de los conflictos nacionales, pero no significa que el Costarricense tolere un gobierno dictatorial.

Nótese que he utilizado la palabra “armonía” y no pacifista. La paz es la ausencia de la guerra pero la armonía es la concordia entre varios elementos, elementos como el Pueblo y el Gobierno. Si bien al pueblo Costarricense no le gusta el derramamiento de sangre, tampoco tolera el abuso de la autoridad. Dicha mezcla ha permitido Costa Rica haya vivido los últimos sesenta y siete años sin guerras ni dictaduras. ¿Cuántos países pueden decir lo mismo? 

Si quieren conocer más acerca de los pasajes mencionados les recomiendo visitar mi canal de YouTube haciendo CLIC AQUÍ. Estoy planeando un episodio sobre la Guerra de Ochomogo, ya que en el 5 de Abril del 2023 se cumplirán 200 años del evento.