El origen de esta práctica pontificia la podemos encontrar en Osma, Castilla ¿Cómo es esto posible? En la mal llamada Edad Media los canónigos de la Catedral de Osma solían usar una sotana blanca con una capa y capucha negra. De entre los personajes que dejaron huella en su paso por dicha catedral destaca, sin duda alguna, el gran Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de predicadores, conocida también como orden dominicana y sus miembros como dominicos. Sin tener claro cómo vestir a los miembros de su recientemente fundada orden vio a bien hacer que vistieran como él.

¿Y qué tiene que ver Santo Domingo con que el Papa vista de blanco? pues, allá por 1556, un fraile dominico llegó a subir al solio papal, se trataba del Padre Michele Ghislieri, quien luego tomaría el nombre de Pío V, uno de los papas que alcanzaría vivir la virtud en grado heroico hasta llegar a los altares, siendo canonizado posteriormente. Cuando los cardenales, después de la fumata blanca, le mostraron el vestido rojo que debería haber usado a partir de ese momento, San Pío V rechazó la propuesta dejando claro que nunca dejaría de ser dominico por lo que decidía mantener el color blanco característico de su orden.

No quería renunciar al traje blanco, incluso cuando fue elegido Papa. El fraile dominico Michele Ghislieri, quien se convirtió en el 224 sucesor de San Pedro al frente de la Iglesia Católica con el nombre de Pío V, en 1566, decidió quedarse con el vestido blanco de los dominicos que su fundador, Santo Domingo de Guzmán, había querido para la Orden, y lo impuso como una tradición para los papas.

San Pío V se limitó a continuar usando el hábito blanco de su orden bajo la túnica papal, como un signo no solo de afecto por la familia en la que había madurado su vocación religiosa, sino también como un signo de humildad: a pesar de la autoridad con la cual las túnicas papales lo cubrían, él nunca dejó de ser un humilde fraile.

El blanco además parece ser el color más adecuado con lo que supone ser Papa. Hace referencia a la pureza y la santidad de vida. El color del manto, que en ocasiones suele utilizar el Pontífice, es rojo, que simboliza la sangre derramada por Cristo para el perdón de los pecados.