Tras la toma de poder de Dina Boluarte como presidenta constitucional del Perú, el 7 de diciembre de 2022, diversos sectores de la población protestan exigiendo su renuncia, nuevas elecciones y el cierre del Congreso.

Dichas manifestaciones se han visto marcadas por actos de violencia como la quema de ambulancias, vehículos policiales, ataques a bomberos, intentos de toma de aeropuertos, bloqueo de carreteras y saqueos.

Estas manifestaciones han dejado, según datos oficiales, un saldo de 54 fallecidos y 1214 personas heridas en todo el país.

Por esta razón es que los obispos del país, es decir, la Conferencia Episcopal Peruana emitió un comunicado en el que lamenta los actos de violencia vividos en el país y se ofrece a mediar en el diálogo “para construir puentes de encuentro”.

Tras lamentar “la dura confrontación política y social en nuestra patria”, los obispos peruanos recordaron que “la violencia solo engendra más violencia”.

Los obispos han expresado su pena pidiendo que estas “atrocidades que han enlutado el país” no queden impunes y que se investigue “con celeridad individualizando y sancionando a los responsables”.

“¡Basta de promover polarizaciones! ¡Dejemos de lastimarnos unos a otros! ¡No más enfrentamientos!”, han dicho.